Escuchó la conversación sin atender a ella, hasta que la puerta se cerró
con una despedida. Una madre que vendía puerta a puerta sus cosas a cambio de
un euro para que su niña pudiera seguir asistiendo a sus clases de danza. Alguien
le había comprado un cuento infantil y se había ido agradecida.
Cuando Jota ya estaba solo, volvieron a llamar a la puerta, y frente al
dintel una mujer cargada de bolsas como el que viene de recoger de todo del
rastro. Hola, estuve aquí hace unos minutos. Tu compañero me compró un librillo,
que estoy vendiendo cositas por un euro para pagar la escuela de danza de mi
hija... Verás, he perdido cinco euros que llevaba y no sé si se me han caído
aquí mientras hablaba con tu amigo.